miércoles, 10 de diciembre de 2008

Manos y algo más








Hay veces que las palabras sobran, aunque otras veces son necesarias. En este caso la fotografía habla por sí sola, pero ¿queda todo ahí? No. De hecho existe gente que intenta llevar esperanza a los presos para mostrarles que esa imagen puede cambiar. Las siguientes líneas recogen alguna de las palabras de dos de estos hombres: José Bera y Josetxo Iturralde.

¿Cómo definirías la carcel?

José: Lo difiniría como falta de libertad de la persona. Aquí no es tan dura como en otros sitios, pero la gente se fustra al verse presa y reciben la condena como una losa que le cae encima. Por eso, si no tienen fe o esperanza hay veces en las que recurren al suicidio.

Josetxo: Un lugar de castigo necesario.

Sinónimos de carcel.

José: Fustración y soledad.

Josetxo: Pena (condena).

¿Qué es lo que os llevó a ayudar en la carcel?

José: El amor y la compasión a los necesitados. La primera vez fue hace 12 años y fue para visitar a un chico que se convirtió a Cristo. Fui con mucho miedo y temblor, pero era un chico muy agradecido. Muchas veces cuando intentaba ayudarle era él quien me animaba. Cuando este chico salió en libertad me vi con la necesidad de continuar yendo a la carcel y ayudar a otros presos.

Josetxo: Nadie me tiene que explicar qué se pasa dentro de la carcel para entenderlo, porque yo ya lo he vivido. Quiero llevar a otros lo que yo he vivido: las buenas noticias. Quiero que tengan la oportunidad que yo tuve. Para eso es necesario que tengan referentes de buenas noticias, porque los que están dentro muchas veces no ven la salida. Si yo cambie, todos pueden.

¿Hay esperanza?

José: Sí, y está en Jesucristo. Él no dice: "si Él os libertare seréis verdaderamente libres".

Josetxo: Sino yo no estaría aquí. Tenemos alguien que nos escucha. En realidad existen dos tipos de cárceles: una es física, pero la otra no. El auténtico problema la tenía en el interior, por eso, la clave está en indagar en el corazón. Si sólo sales de la cárcel física es muy fácil que vuelvas. Sin embargo, no hay sustancia que se resista al amor de Cristo.

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